No son pocas las ONG o pequeñas empresas que, como buena parte de los usuarios particulares, no tienen todo su material informático «legal»; concretamente en cuestión de programas (software) o de sistema operativo.
Los usuarios medios estamos acostumbrados al «formato de toda la vida». Y resulta que este formato (Windows, Office…) es de pago.
En tanto que la inmensa mayoría de los ordenadores que se han vendido en los últimos años llevaban instalado el sistema operativo de Microsoft (Windows) prácticamente todos los usuarios hemos aprendido a interrelacionarnos con nuestro PC con sus programas. Y a partir de ahí, la dependencia se ha consolidado. ¡Con lo que cuesta aprender a manejar Word, Excel, Powerpoint!… como para cambiar ahora.
Lo cierto es que desde hace tiempo existen unas cuantas alternativas, libres y gratuitas, al económicamente exigente universo de pago. Pero igual de cierto es que muy pocas personas (sobre todo mayores de 30 años) se plantean el cambio. Y el ámbito de las ONG no es muy distinto a este panorama.
Quizá no lo tuviste en cuenta en la lista de propósitos para el nuevo 2010… pero ¿por qué no plantearse en este aspecto hacer las cosas bien?
Cierto es que las instituciones públicas deberían dar miles de cursos más sobre Linux y su funcionamiento práctico. Y en las escuelas debería ser parte del temario irrenunciable de la asignatura de Informática. Claro que para ambas cosas haría falta que todos los funcionarios y profesores tuvieran suficiente idea… habrá que ir poco a poco, pero habrá que ir. De hecho cada vez hay más noticias sobre la migración en bloque de administraciones públicas al sistema libre.
Para los menos lanzado hay una solución intermedia: el software libre para Windows. Es decir, programas gratuitos que se pueden instalar en el sistema operativo que viene por defecto en la mayoría de ordenadores
En el sitio web cdlibre puedes encontrar infinidad de programas, juegos y otros recursos, descargables desde Internet, completamente gratis y tan útiles y completos (o más) que los programas convencionales. Por supuesto, compatibles con lo que conocemos hasta ahora.
Incluso existe una «copia» de Office (Word, Excell, Acces…) completamente libre: OpenOffice. Podría ser un buen punto de partida.