Siglo y medio después, el rebeco vuelve a los montes del Alto Asón. El trabajo de la Fundación Naturaleza y Hombre ha dado sus frutos y, después de cinco años, por fin puede verse a este bóvido de aspecto caprino encaramado a los peñascos de la montaña oriental cántabra.
Todo un espectáculo de equilibrio, carreras y saltos que no se celebraba en Cantabria desde finales del siglo XVIII, época de fuerte desarrollo naval, con la consecuente deforestación de la zona. La falta de alimento, la caza y la presencia del lobo en la zona hicieron del Alto Asón un lugar hostil para vivir para unos animales poco acostumbrados a esconderse.
Y es que el rebeco hace su actividad a plena luz del día, incluso en épocas del calor como el verano. Además, la protección que le brindan las alturas desaparece en octubre, estación que aprovecha para bajar al bosque en busca de alimento. La separación natural entre machos y hembras durante todo el año aumenta su indefensión.
De ahí que en las últimas décadas, un tercio de la población de rebecos se concentrase en el Parque Nacional de los Picos de Europa. Sus frondosos bosques, junto con el control de la caza, eliminada en 2008 de acuerdo con el Plan Director del Parque, así como el control de la especie -cada 2 años se hace un censo de la población- han hecho de estos parajes el lugar ideal para 5.500 rebecos.
Sin embargo, los años pasan, mejorándose la situación en los montes de Alto Asón y, por eso, la Fundación Naturaleza y Hombre, con el apoyo de la Unión Europea y el Gobierno de Cantabria, ha conseguido, mediante el programa de Recuperación y Conservación de la Biodiversidad en la Cuenca del Río Asón, que unos 64 rebecos pongan una nota de biodiversidad a esta zona, recorriendo unas tierras que nunca dejaron de ser suyas.