Nicaragua es un país centroamericano, bañado por el Pacífico y el Caribe, con una población de 5.466.000 personas, donde el índice de pobreza alcanza el 48%, lo cual quiere decir que casi la mitad de esta nación se encuentra atrapada entre las fronteras de la miseria.
Al tener el porcentaje más elevado de deuda externa per cápita del mundo, Nicaragua es, después de Haití, el segundo país más pobre de Iberoamérica y uno de los 14 con mayores niveles de inseguridad alimentaria.
Moisés Martínez, periodista nicaragüense, relató en Madrid que la guerra civil que afectó a su país hasta 1989, sumada a la corrupción política que se encuentra enquistada en el Estado, han convertido a Nicaragua en un lugar donde las oportunidades de desarrollo son bastante lejanas.
“Cuando era niño las familias que no tenían dólares no podían comprar productos en los centros comerciales. Por ejemplo, no podíamos tomar Coca Cola porque era una bebida del imperialismo. Yo conocí la pasta dental Colgate cuando tenía 11 años”, explicó.
La asociación Intermón Oxfam, que dirige el proyecto de cooperación ‘La Nicaragua posible’, asegura que los efectos de la dictadura militar de Anastasio Somoza Debayle, la revuelta sandinista y las desgracias naturales como terremotos y sequías han sido catastróficos.
“Sin recursos minerales sustanciales, Nicaragua ha confiado siempre en las exportaciones agrícolas para sostener su economía. Sin embargo, éstas han beneficiado principalmente a unas pocas familias de la élite”, señala la organización.
Aunque la década de los 90 fue un período relativo de paz, la pobreza, el analfabetismo, la corrupción, la inseguridad y la escasez de trabajo son los grandes problemas que afronta Nicaragua.
“Si no hubiera habido un terremoto en Haití, tal vez ya estaríamos tan mal como ellos. Nicaragua es un país con atractivos naturales preciosos y vírgenes, pero los políticos lo han convertido en su hacienda. Ellos hacen lo que quieren”, puntualizó Martínez.
Desde el 2008, Nicaragua no recibe ayuda económica de Estados Unidos ni de la Unión Europea. El bloqueo se realizó después de un proceso electoral fraudulento que se realizó sin observadores nacionales ni internacionales. La situación, desde entonces, ha empeorado.