Voluntarios Mayores: «Devolver a la sociedad lo que nos ha dado a través de los años»

Fotograma video Web Obra Social Caja Madrid
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Son las 10,20 horas de la mañana de un jueves cualquiera del mes de mayo. En la entrada del Museo de América, Luis Barbero espera junto con su esposa, Aurora Iborra, y un grupo de mayores la llegada de visitantes. Todos ellos son guías voluntarios del programa ‘Voluntarios Culturales Mayores para enseñar los Museos y Catedrales de España a niños, jóvenes y jubilados‘, que lleva más de 17 años de funcionamiento, fomentando el envejecimiento activo, gracias a la Confederación Española de Aulas de Tercera Edad (CEATE) y la colaboración de la Obra Social de Caja Madrid.

Luis Barbero y Aurora llevan más de 12 años mostrando las entrañas del Museo de América.

 “Yo he vivido muchos años en América, la mayor parte de mi vida. Esto surgió a través de mi esposa, que tenía una amiga que le habló de que en el museo se precisaba gente y que como nosotros habíamos estado en el continente nos venía bien”, explica Luis.

Hoy se cambian los papeles, Luis hará de guía y Aurora formará a una nueva voluntaria, que pronto se incorporará al museo:

“Cuando empezamos no teníamos, por así decirlo, formación para esta actividad. Nos tuvimos que valer de nuestros conocimientos y de nuestra facilidad para encontrar información”.

Ahora, todas las personas que quieran participar del programa reciben el curso ‘Voluntarios Culturales Mayores’,  de cuatro mañanas de duración, en el que se imparten temas como las tareas y los aspectos jurídicos relacionados con el voluntariado. Asimismo, el director de cada museo imparte durante tres meses la formación necesaria.

Los minutos pasan y empiezan a llegar los primeros grupos. Los voluntarios todavía desconocen cuál les será asignado:

“Ya no tengo miedo escénico. Yo diría que no. Doce años de experiencia han servido para vernos en toda clase de situaciones, buenas y malas. Hay guías que temen gente muy alta -como son ahora muchos españoles y los mayores somos más bajos- pues les intimida, pero a mí eso no me importa”.

Ya es la hora, unos veinte chavales entre 17 y 19 años cruzan la puerta del museo. «Son los tuyos”, indica el coordinador del programa. Las salas de religión, comunicación, realidad y conocimiento de América ya están ocupadas y por los pasillos decenas de niños corren con sus ponchos detrás de un grupo de profesoras. Comienza la visita que se prolongará hasta las 12,30 horas.

“Buenos días. Bienvenidos al Museo de América, un edificio diseñado por los arquitectos Luis Moya y Luis Martínez Feduchi en 1943. El edificio, como podéis observar, imita al igual que las construcciones coloniales una parte de palacio y una parte de fortaleza. Como el resto de salas están ocupadas y para no tener conflictos con ninguno de vuestros compañeros empezaremos la visita por el área de sociedad. ¿Hay alguna persona con orígenes de América en la sala?».

Luis nos cuenta que ha vivido muchos años en América y ha recorrido prácticamente todo el continente:

“Lógicamente, cuando uno vive allí, está preocupado con el quehacer diario y con la problemática que cada uno pueda tener y a veces no tiene tiempo para dedicarlo a estudiar las culturas. Simplemente lo haces por ósmosis, pero nunca en un detalle tan grande y menos las colecciones de este museo que es algo específico”.

Desde las bandas y tribus, con anécdotas como la de que a los esquimales -nombre que responde a  comedores de carne cruda impuesto por sus vecinos del sur, y que, según explica Luis, no les gusta que les que les llamen así, y es que, “como buenos vecinos no se llevaban muy bien»-, pasando por el papel de los líderes espirituales, el descubrimiento de la agricultura hasta  las civilizaciones de los mayas, aztecas e incas.  Miles de años de historia en apenas una hora y media en los que ha habido tiempo para alguna que otra advertencia “no toquéis mucho, lo mejor para tocar son los ojos”, y hasta para interpretar la profecía maya del final del mundo en 2012:  “Se dice que será un cambio psicológico. Pues mejor, si el hombre deja atrás siglos de violencia y egoísmo bienvenido sea el cambio”, declara Luis.

Con una pequeña incursión por la sección de la religión llegamos a las 12,30 horas de la mañana. La visita debe tocar a su fin. Luis confiesa haberse sentido cómodo con el grupo que le ha tocado y espera poder seguir dedicándose a esto de tiempo indefinido:

“Hasta que el cuerpo aguante como vulgarmente diríamos. Mientras el cerebro lo tengamos despejado y las piernas aguanten lo suficiente como para estar dos horas de pie, vamos a estar disponibles para esto”.

Ahora toca esperar al lunes, día en que se reúnen para tratar temas administrativos y luego tiene una hora de formación continúa sobre el museo. Una labor para la que, en ocasiones, invitan a conservadores del museo y antropólogos. Una semana que completan,  en ocasiones, con la asistencia los sábados a conferencias relacionadas con América.

“Lo que percibimos es la sensación de haber cumplido con nuestro deber. Lo que hemos recibido de la sociedad darlo en forma de cultura”.

Esta sensación es la que  probablemente mueva a más de 1.000 voluntarios que participan de forma altruista en este programa a lo largo y ancho de España, beneficiando a más de tres millones de personas. Unas cifras que han hecho que países como Argentina, Perú, Bolivia, Brasil, Portugal, Irlanda, Italia, Corea del SurChina, Egipto y Argelia se interesen por implantarlo.

Y es que ‘Voluntarios Culturales Mayores para enseñar los Museos y Catedrales de España a niños, jóvenes y jubilados’, no sólo beneficia a las personas mayores de 55 años, ayudándoles a obtener, tanto mayores niveles educativos y culturales, como mejor salud y bienestar; sino también a los jóvenes y a los museos españoles, transmitiendo sus riquezas culturales, histórico-artísticas y científicas.