Testimonio: De superviviente de un trágico accidente a profesional del tenis adaptado

Foto: Cedida por Juan Carlos Martínez
Foto: Cedida por Juan Carlos Martínez

Hay personas que no saben cómo reaccionar cuando la vida les juega una mala pasada, otras se pierden en sus propios miedos y, unas últimas, se deprimen hasta niveles tan profundos que prácticamente dejan de vivir. Juan Carlos Martínez García no pertenece a ninguno de estos tipos de personas.

Habiendo sufrido en carne propia un hecho traumático, utiliza la fuerza de voluntad como combustible y lleva al optimismo como bandera. Aunque creo que es todo un ejemplo a seguir, él se considera como una persona cualquiera. “Mi vida es normal ahora y antes”, me dice.

De niño, Juan Carlos practicaba diversos deportes en el colegio, pero el fútbol era su pasión. Sin embargo, su vida dio un giro cuando tenía 14 años de edad. La imprudencia de un conductor fue la causa de un accidente de tráfico en la carretera de Andalucía, cerca de Seseña (Toledo). Juan Carlos sobrevivió al violento suceso, pero su madre y su hermana, quienes iban con él en el coche, no tuvieron la misma suerte.

Después de haber permanecido internado diez meses en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, Juan Carlos ‘volvió’ al mundo. Él sentía que haber sobrevivido a la desgracia lo convertía en privilegiado y entonces se propuso seguir hacia delante. Su discapacidad no sería un impedimento.

“Mi accidente fue bastante trágico porque mi madre y mi hermana murieron, por lo tanto mi situación en ese momento fue de privilegiado, porque estaba vivo. Para mí la silla de ruedas fue una anécdota. Lo grave le había pasado a mi familia y por lo tanto yo dije: sigo vivo, no quiero desaprovechar esta oportunidad”, declaró en entrevista exclusiva a Servimedia.

Siguiendo ese afán de vivir y considerando que –como él mismo dice– “llevo el deporte metido en los genes”, Juan Carlos se interesó por el tenis adaptado (más conocido como tenis en silla de ruedas) y en base a un esfuerzo digno de reconocimiento se convirtió en uno de los mejores tenistas con discapacidad de España.

Ahora, a sus 32 años, vive en Rivas y conduce a diario su coche hasta Madrid, donde trabaja hace 12 años como técnico de comunicación de la Fundación Once. Casado, con una niña preciosa de siete meses y alternando sus responsabilidades laborales con la familia, el tenis y hasta el desempeño de cargos administrativos y políticos, Juan Carlos se considera una persona plena y feliz.

Foto: Cedida por Juan Carlos Martínez

 

–¿Cómo llegó el tenis adaptado a tu vida?
–Pues, básicamente porque he sido deportista toda la vida. Tuve el accidente de tráfico y me quedé en una silla de ruedas, pero esa necesidad de hacer deporte no te la quita nadie. El accidente coincidió con las Paralimpiadas de Barcelona 92, por lo tanto veía bastante deporte adaptado. Yo no sabía que se podía jugar tenis en silla de ruedas, porque cuando no tienes una discapacidad llevas el mundo de la discapacidad un poco alejado, y después de ver un partido empecé a averiguar si existía una escuela de tenis adaptado en Madrid. Después de cincuenta mil llamadas, descubrí que ese mismo año había abierto una y así empecé.

–Yo cuando veo los vídeos de tenis adaptado no lo puedo creer. Debe ser muy complicado jugarlo…
–Es complicado porque implica la conjunción de muchos factores como mover la silla, coordinar la silla con el golpeo de la bola y llegar a la bola. Además, la pista tiene las mismas dimensiones del tenis tradicional; la única diferencia en las reglas es que la pelota puede dar dos botes. Pero si tienes un nivel de juego aceptable, normalmente juegas con un bote. Este deporte te demanda horas y horas de entrenamiento; es sacrificado, de mucho esfuerzo, pero es tan complicado como bonito.

–Tú llegaste en tu mejor momento a la Selección Nacional de España de Tenis Adaptado y a ser uno de los diez mejores del país. ¿Cómo alternas ahora tu trabajo con el tenis?
–Cuando estudiaba y era junior, de los 17 a los 21 años, estaba entre los ocho primeros de España. Me clasifiqué para la Copa del Mundo Junior donde juegan los ocho mejores del mundo y luego estuve en el equipo nacional senior. Después, tuve una operación de espalda bastante grave y dejé de jugar totalmente tres o cuatro años. Desde entonces, mis expectativas dentro del deporte cambiaron. Ahora debo estar entre las ubicaciones 15 ó 20 y llevo varios años manteniéndome ahí. Lo que hago ahora es: por cada torneo que juego, utilizo uno o dos días de mis vacaciones. Entonces, si hago ocho o diez torneos al año, se me acaban las vacaciones. Al año, disfruto de 10 ó 15 días de vacaciones reales y el resto los uso para torneos.

–Además, das clases de tenis en Rivas y organizas un ‘open’ muy exitoso…
–Sí, me saqué el título de monitor y empecé a dar clases en una escuela de tenis adaptado. También empecé a organizar torneos nacionales en Rivas con la Fundación Fundar para compensar la ambición que tenía antes. Se trata del Open Ciudad de Rivas, que hace sólo dos semanas se realizó por segundo año consecutivo. Es un open nacional de categoría dos, que esperamos convertirlo el próximo año en categoría uno. Esta competencia nació de la ilusión de tener un torneo nacional en la ciudad donde vivo y a través de la Fundación Fundar nos pusimos a trabajar. Lo bonito es que participan jugadores de talla mundial y se mezclan con jugadores noveles. Este año hemos tenido 24 jugadores, incluyendo a los cuatro mejores del país, y ha estado muy bien.

–¿Tú sientes que el tenis ha cambiado tu vida?
–Sí. El tenis ayudó a que mi vida cambiara para bien. Yo empecé a jugar al año y pico del accidente. En el hospital me enseñaron a manejar mi cuerpo bajo las nuevas condiciones físicas y a poder defenderme cuando saliera a la vida real. Al salir, tuve que buscar una nueva casa, una nueva ciudad, un nuevo instituto. Es todo muy complicado. Si ahora es complicado, hace 18 años era peor. Salir, aunque sea para comprar una barra de pan, era toda una odisea. Entonces, cuando estás metido en un mundo difícil, el deporte te hace salir, te hace esforzarte, te hace ver que tu cuerpo puede dar más de lo que tú pensabas, te hace ver que tus capacidades las tienes intactas y que tienes que explotarlas. Entonces empiezas a viajar y a conocer gente. El deporte es un trampolín para abrirte a la ‘nueva’ vida que tienes.

–En un momento tan duro como el que viviste, lo normal es que uno no quiera saber nada del mundo. Hay dos alternativas, ser fuerte y seguir adelante o perderte en los miedos.  Tú elegiste la primera opción… la opción adecuada.
–En todo momento yo tuve claro que tenía que luchar. Nunca me vine abajo ni se me pasó por la cabeza la derrota. En ese momento era la situación que tenía, física y emocionalmente. Era lo que me había tocado vivir, ni más ni menos, y tenía que explotar mis capacidades al máximo para que mi vida fuese plena, no normal, porque mi vida es normal ahora y antes, pero sí que fuese plena y que mi discapacidad no me condicionara para dejar de hacer lo que yo quería hacer.

–Aun así, hay personas que no tienen la fuerza que tú tuviste. ¿Qué les dirías?
–Es muy complicado dar lecciones de esto porque depende mucho de la situación personal, de la edad que tengas o de tu entorno familiar. Si tuviera que decir algo es que la vida continúa. Las circunstancias cambian, pero la vida sigue, y con las nuevas circunstancias personales, físicas o intelectuales tienes que vivir la vida. La otra alternativa es no vivir, por lo tanto no tenemos muchas más opciones ni mucho menos otra vida. Hay que pensarlo un poco y echarle un ‘par de huevos’. No queda otra.

Foto: Pier Barakat Chávez

 

–¿Admiras a alguien o tienes algún referente?
–Admiro a mucha gente, desde el entorno más cercano como pueden ser amigos, conocidos o familiares, pero no a alguien en especial. Sin embargo, por decirlo de alguna manera, ahora mismo mi referente es mi hija María, a quien amo con todas mis fuerzas.

– Llevas casado cinco años con Elena, tu esposa. ¿Cómo os conocisteis?
–Nuestra historia es como la de muchos jóvenes. Una noche de copas, una discoteca, un par de copas (risas). Yo dije, a esa morena que nadie me la toque. Es que cuando estás con los amigos de fiesta y pasa un grupo de chicas guapas, todos van a por la rubia. Pero yo dije, a esa morena que nadie me la toque. Y hasta ahora. Ya llevamos ocho años juntos, tres de novios y cinco de casados. Todo perfecto.

–¿No se te hizo difícil acercarte a ella y hablarle en la discoteca?
–Yo soy muy tímido. Lo que pasa es que yo siempre digo una cosa: «Tú entras en un bar de copas en silla de ruedas y todo el mundo se va a fijar en ti». Entonces, el porcentaje de que una chica se fije en ti y le atraigas es más alto que si no vas en silla, que vas a pasar desapercibido. Luego es un poco el morro que le quieras echar y el acercarte a la chica a hablarle. Eso ya va en la persona…

–¡Pero hay que arriesgarse!
–¡Claro!, el que no arriesga, no gana (risas). En mi caso, unos amigos me la presentaron. Claro, después de haberme fijado en ella y de haber cruzado miradas y esas cosas (más risas).

–Algo muy íntimo… ¿Cuál es tu miedo más fuerte?
–Tengo pocos miedos, pero seguramente el más fuerte es que le pueda pasar algo a cualquier persona de mi familia. Pero miedo por mí, no; cuando tenga que pasarme algo a mí, lo sufriré yo.

–¿Qué objetivos tienes ahora, a corto y largo plazo?
–A largo plazo, ninguno. Mis objetivos son como mucho a mediano plazo. Quizás ahora el nacimiento de mi hija me hace mirar un poco más allá de lo que he mirado hasta ahora, pero no sé marcarme objetivos a largo plazo, porque no me los he planteado nunca y porque no me los pide el cuerpo. El cuerpo lo que me pide es marcarme lo que voy a hacer hoy y ‘mañana’. La vida me ha enseñado, no sé si afortunada o desgraciadamente, que no sabemos el día en que vamos a dejar de estar aquí, por tanto no puedo marcarme objetivos a largo plazo. Pero bueno, hoy mi principal objetivo es ser feliz, que mi familia sea feliz, seguir practicando deporte y seguir dedicándome a la política todo el tiempo que pueda. Por supuesto, también seguir trabajando, porque me encanta mi trabajo. Básicamente ser feliz y eso implica hacer las cosas que me gustan.

-¿Qué papel desempeñas como político?
–Tengo una parcela de responsabilidad en el PSOE de Rivas; soy el secretario de Servicios Sociales y Salud. Mi tiempo lo tengo bastante ocupado en cincuenta mil cosas. Además, soy el coordinador de la Sección de Tenis de la Federación Madrileña de Deporte de Discapacitados Físicos y estoy en el Comité de Tenis Adaptado de la Federación de Tenis de Madrid. Entre mi trabajo, el tenis, la política y lo poco que le puedo dedicar a mi familia, siempre estoy muy ocupado.

–Ya que tienes una faceta relacionada con la política, ¿qué opinas de la situación actual que afronta España?
–Yo creo que esta situación mala tiene que pasar, pero para ello hay que aplicar las reformas laborales y fiscales que se están empezando a aplicar. Lo que ha valido hasta hace dos años ya no vale y hay que cambiarlo. Que pasará, pasará, porque hemos atravesado crisis peores que ésta y la economía se ha levantado. Evidentemente las economías de Europa y España se van a levantar. No sabemos si el año que viene o dentro de cinco, pero sin duda con las reformas necesarias saldremos de esto. Pero es un momento ‘jodido’.

–¿Tienes alguna aspiración política? ¿Te interesaría seguir escalando en tu partido?
–Mis aspiraciones las va a ir marcando mi ejecutiva, mi secretario general y los militantes de mi partido en Rivas. Yo seré lo que ellos decidan que sea. Si mi partido quiere que vaya en las listas el año que viene, iré. Si no, no estaré.

–En el tema de la discapacidad, ¿crees que las políticas del Gobierno son las adecuadas?
–Las leyes están, lo que debemos hacer es vigilar que se cumplan. Hablo de la ley de accesibilidad universal, de la cuota de reserva del empleo del 2% de las empresas, que no se cumple, y de la ley de medidas alternativas, que te exonera de contratar personas con discapacidad a cambio de contratar bienes y servicios a centros especiales de empleo. Lo que hace falta es más inspección y sanciones, porque aquí cuando empiezan a tocar el bolsillo, empiezan a funcionar las cosas. Yo siempre digo que ojalá llegue el día en que no tengan que existir leyes de cuota de reserva, sino que los empresarios estén plenamente concienciados y que cuando tengan una entrevista de trabajo no miren la discapacidad. Que esa situación esté tan normalizada, que no fueran necesarias las leyes.

–Por último, en el tema de la accesibilidad en las ciudades, ¿cómo ves a Madrid?
–Bueno, uno cuando tiene su propio vehículo tiene independencia total. No dependes del transporte público, de autobuses con rampas, de estaciones de metro con ascensores o que el autobús de piso bajo pare y el conductor no te diga que tiene la rampa rota (risas). Yo tengo la suerte de que puedo dejar el coche en el aparcamiento de la Fundación Once. Madrid es un sitio complicado para la accesibilidad, afortunadamente cada vez menos, pero sigue siendo muy complicado. Yo vivo en Rivas, una ciudad tranquila, accesible y con muchos servicios sociales. Es una ciudad estupenda para vivir. Vengo a Madrid sólo para trabajar.

******IMPORTANTE******

Si quieres practicar tenis sobre silla de ruedas, en Madrid existe la Federación Madrileña de Deportes de Discapacitados Físicos que tiene varias escuelas, junto con la Federación de Tenis de Madrid. En Rivas, cualquier persona con discapacidad sensorial, física o intelectual del sureste de la comunidad puede contactarse con la Fundación Fundar. Pincha aquí para entrar a su página web.