Si la fisioterapia contribuye a mejorar la calida de vida de las personas con enfermedad de Alzheimer es porque mantiene y restablece las capacidades funcionales de los pacientes y fomenta su autonomía y, por tanto, contribuye a aumentar el confort y la calidad de vida tanto del paciente como de su familia.
Así se desprende de las declaraciones a los medios que han hecho miembros del Consejo General de Fisioterapeutas de España (CGCFE), que también recuerdan que la actividad física está asociada, según varios estudios, a un menor declive en el deterioro cognitivo y funcional.
Joaquín Aranda Casanova, del Comité Ejecutivo del CGCFE, asegura que:
“La fisioterapia ofrece diversas soluciones ante las diferentes afecciones derivadas del Alzheimer. Entre ellas, destacan terapias para favorecer la actividad física y la psicomotricidad, la prevención de caídas, que aceleran el deterioro funcional; la mejora de la capacidad respiratoria, disminuida debido a la inmovilidad o la tos; la prevención de úlceras de decúbito (escaras) o el control de la incontinencia, entre otras afecciones”.
Entre la labor del fisioterapeuta también se incluye el enseñar a las personas con Alzheimer, así como a sus familiares y cuidadores, cómo realizar de manera correcta los cambios posturales (cama-silla, acceso al baño o a un vehículo, etc.) motivados por la pérdida de psicomotricidad.
Como dice Aranda Casanova, nos encontramos ante una enfermedad de importantes dimensiones, que afecta no sólo al paciente sino a su familia.