Una vez más no hemos podido resistirnos al gran arsenal de proyectos que ofrece el consumo colaborativo. El de hoy va de buena cocina y de vecinos, buenos ingredientes para integrar una gran iniciativa.
Compartoplato se inspira en lo que Marieke Hart trató de crear mientras degustaba los platos de su vecina a través de su olfato. Pronto le pidió probar en vivo y en directo alguna de sus recetas a cambio de dinero, y así se fue uniendo gente creando una pequeña red vecinal de intercambio de comida entre particulares. Esta idea ha sido tan bien recibida, que en varios países europeos se ha extendido como la pólvora, teniendo una gran acogida entre los usuarios (Ya os hablamos en alguna ocasión sobre Super-Marmite, un proyecto muy parecido al que hoy tratamos). En su versión holandesa ya son más de 6.400 cocineros y nada menos que 48.500 comensales.
Ya sea porque nos falte tiempo, porque temblemos a la hora de ponernos delante de los fogones o simplemente poque nos encante degustar platos fuera de casa, Compartoplato pone a disposición del comensal un mapa de menús y cocineros que le indicarán cuál es el más próximo a su zona, además del precio y otras características. Y al revés, de cara a los amantes de la cocina, Compartoplato es una buena oportunidad para dejarse conocer y captar buenos comensales.
La plataforma web sirve como espacio para contactar, pero tanto la entrega de la comida como el pago se realizan en persona, puesto que el objetivo del proyecto no es el beneficio económico sino propiciar relaciones sociales entre personas que viven cerca. Así lo explica Marieke más detalladamente en TEDxbrainport. Es por eso que el precio de los platos habitualmente está ajustado al coste de los ingredientes y el tiempo dedicado.