“El cariño que das en un voluntariado, te lo devuelven multiplicado por diez”

Punto de Información de Voluntariado

¿Alguna vez has sentido la necesidad de ayudar a los demás haciendo algún tipo de voluntariado? A diario, muchas personas sienten esa sensación pero no saben por dónde empezar, qué hacer ni cómo hacerlo. Por eso, desde el Punto de Información de Voluntariado de la Fundación Montemadrid, situado en La Casa Encendida, trabajamos por ofrecer un servicio de formación y asesoría para cualquier persona que quiera contribuir con su esfuerzo y tiempo a hacer de su entorno un lugar mejor. Somos un espacio de encuentro entre personas que quieren realizar un voluntariado y entidades que necesitan voluntarios.

Personas como Leticia y entidades como la Asociación Benéfica Geriátrica Ibérica. Ella tenía un poco de tiempo libre los sábados por la mañana y quería invertirlo en los demás. En la Asociación buscaban a alguien que les ayudase con el proyecto Nuestros  Mayores Deseos, enfocado a paliar la soledad de los mayores ingresados en residencias. Una actividad para la que buscaban participantes justamente los sábados, gracias a una iniciativa enmarcada dentro del Proyecto Ford Sunday Drive con el que la marca facilita el transporte a las personas que quieren hacer compañía a un mayor los fines de semana.

Ambos se encontraron gracias al Punto de Información de Voluntariado. Hablamos con Leticia, que nos cuenta su experiencia como voluntaria haciendo compañía y amistad con personas mayores.

Cuéntanos, ¿cómo es tu labor como voluntaria? 

Cada fin de semana recojo uno de los coches que Ford pone a nuestra disposición y con él voy a la residencia que me indica la Asociación Benéfica Geriátrica para recoger a uno de los mayores que han solicitado participar en el programa y nos vamos a cumplir su deseo.

Unas veces vamos a museos, otras simplemente quieren pasear o volver a visitar sitios que para ellos han sido importantes. Recuerdo a Antonio que quería volver a pasear por los jardines del Palacio Real porque allí solía ir con su mujer hasta que ella falleció; también a Julia que estaba emocionada por conocer el museo del Prado con 86 años… Es decir, les ayuda a realizar las actividades que ellos eligen, que para eso son los protagonistas en este programa.

¿Desde cuándo realizas esta acción de voluntariado?

Comencé el pasado diciembre, justo cuando arrancó el programa Nuestros mayores deseos. Casualmente también es cuando sentí la necesidad de ser voluntaria. Gracias al Punto de Información de Voluntariado me enteré de que estaban buscando gente para iniciar el proyecto, así que supongo que estaba predestinada.

¿Por qué y para qué eres voluntaria, cuál es tu motivación?

En mi familia siempre nos han inculcado el respeto a los mayores. Siempre me ha gustado escuchar sus historias que son también mis historias, las de todos nosotros. Son personas que ya han pasado por todo lo que vas a pasar tú tarde o temprano y me gusta aprender de ellos.

Pensé en hacer el voluntariado con mayores porque soy consciente de la soledad que sufren casi todos ellos, tengan o no familia que les cuide. Muchos ya no tienen motivación para adaptarse a los cambios y necesitan estar en contacto con gente de otras generaciones para aprender y, sobre todo, para enseñarnos. Echaba de menos el contacto con ellos y ahora me hacen sentir muy feliz cuando los veo disfrutar tanto con algo que no requiere apenas esfuerzo.

¿Te lo imaginabas así antes de empezar?

La verdad es que no imaginaba que me lo iba a pasar tan bien. Soy un poco tímida cuando no conozco a la gente, pero lo cierto es que los mayores te lo ponen muy fácil. Siempre te están esperando con una sonrisa de oreja a oreja y nunca faltan temas de conversación, ni risas, muchas risas. Es mucho mejor de lo que esperaba.

¿Qué le dirías a alguien que se está pensando realizar un voluntariado pero que aún no lo tiene claro?

Desde mi experiencia con Nuestros mayores deseos, les diría que no se lo pensasen dos veces porque son todo ventajas. No quita mucho tiempo -solo es una mañana o una tarde a la semana y además la eliges tú-, pero a cambio recibes la mejor terapia que puedas imaginar.

De cada de visita vuelves con la moral más alta porque hasta la fecha todos mis mayores opinan que soy la mejor y siempre quieren que vuelva. Y yo siempre quiero volver. El cariño que les das te lo devuelven multiplicado por diez. Lo mejor de todo son sus sonrisas, ser consciente de que puedes hacer feliz a una persona, aunque sea una mañana, sin hacer nada más que escucharla, me parece la mejor inversión posible.

Punto de Información del Voluntariado