7 años. El tiempo pasa muy rápido. Dice el saber popular que cuando se disfruta, aún más. Este es el séptimo curso desde que empezamos nuestra andadura en el Centro con las Aulas TEA. Casi nos cuesta reconocernos, o saber qué pensábamos antes de esta aventura.
Porque en aquel momento en que se planteó convertirnos centros preferentes de autismo, todo eran dudas y miedos. ¿Qué era eso? ¿Qué repercusiones iba a tener? Ahora muchas escuelas se han unido, pero hay que reseñar que fuimos de las 4 primeras escuelas infantiles en unirse a este proyecto.
Tanto fue así, y tan grande la necesidad, que en nuestro caso decidimos abrir una segunda aula de apoyo a niños y niñas con TEA.
Por supuesto, había nociones y cierto conocimiento de los TEA, aunque con un aire “naive”, inocente y con grandes errores de concepto, debido a la desinformación o a la información sesgada y estereotipada popular. “No miran a los ojos”, “No juegan”, “No sienten”, “No te quieren”. A pesar de ello, unos pocos nos lanzamos con ilusión a la tarea; y la experiencia nos ha hecho desterrar esos horribles clichés y amar todavía más nuestro trabajo y a nuestros niños.
Y es que nuestros niños y niñas son nuestra razón de ser, de existir. Sí, también en las otras aulas es así pero creemos que, personalmente al menos, nos sentimos más realizados. Puede que sea porque es un colectivo incomprendido, con dificultades sociales en una edad en que esa es su mayor virtud, que demanda mucho pero que devuelve con creces lo que se le aporta. Niños y niñas cariñosos, agradecidos, dispuestos a enfrentarse con nosotros/as. a un mundo que no les comprende, ni se adapta a sus condiciones especiales ni necesidades, y abrirse a él, abrazándolo sin remordimientos.
También lo son sus familias. Familias que en muchos casos llegan rotas, asustadas o anhelantes, con un sobrio diagnóstico sobre papel que les dice que las cosas no marchan como deberían. Y qué buscan guía, comprensión, consuelo. Compartir todos los pasos que vive una familia en esta primera etapa para comprender y afrontar su nueva situación es un privilegio que sólo nosotros/as tenemos. Ver cómo cambian sus caras, su ánimo, su actitud y sus capacidades y relaciones con sus hijos no tiene precio para nosotros/as.
No todo han sido alegrías. Igual que ellos, hemos pasado por mejores y peores momentos: ansiedad, frustración, dificultades… Pero estos retos, vistos desde el prisma de la experiencia, no hacen sino aportar un mayor valor a nuestra labor y a sus logros, y a día de hoy creo que no cambiaríamos ni una sola de esas experiencias si pudiéramos. Afrontarlos y superarlos es la única manera que tenemos de continuar, de crecer en todos los aspectos.
Y es que este trastorno viene sin manuales claros, ni soluciones únicas. Hay que reinventarse, ser creativos, pacientes, cariñosos, comprensivos y dar vueltas y más vueltas hasta dar, no con una salida, sino con un camino por el que transitar de la mano. Un camino en el que tenemos la ayuda de familias, de profesionales y de sus propios compañeros/as, que aprenden, colaboran, sienten y se convierten en mejores miembros de esta sociedad.
Y es que la plena inclusión, que es no deseable, sino “imprescindible” para todos los niños y niñas tiene sus claves, 5 muy concretas para nosotros/as.
• Concienciación y colaboración, estrecha y positiva de todos los integrantes de la escuela.
• Apoyo y colaboración mutua con familias y terapeutas externos para la consecución de objetivos comunes.
• Participación activa, real y valiosa en su aula de referencia con el objetivo de poder aprender el máximo posible de y con sus compañeros/as.
• Trabajo flexible, individualizado y ajustado a sus características, orientado a la consecución de habilidades, conocimientos y aptitudes aplicables a su vida.
• Y formación continua de todos los implicados, ya que la amplitud del espectro hace que la validez de las soluciones no sea eterna, tanto para diferentes niños como en el desarrollo del mismo niño a lo largo de su vida.
Tendríamos miles de anécdotas que contar curiosas, interesantes y divertidas que hemos compartido con nuestros niños y niñas en todo este tiempo, que nos han hecho crecer y esforzarnos en mejorar cada día. Esperamos y deseamos que a ellos y sus familias también. Nos acordamos y añoramos a cada uno de ellos y ellas. Siempre los tendremos en nuestra memoria y en nuestros corazones.