Cuando hablamos de reinserción social en España es habitual que venga a la memoria la figura del Padre Jaime Garralda. Durante 40 años, su trabajo al frente de la Asociación Horizontes Abiertos, actualmente Fundación Padre Garralda – Horizontes Abiertos, hizo posible la inserción social de personas a las que la sociedad había dado la espalda y marginado por su condición. Ha sido nuestro protagonista en el calendario de #GenteMontemadrid, por su labor y porque, afortunadamente, pudimos colaborar en numerosos de sus proyectos a través de nuestra Convocatoria de Acción Social.
Para recordar su vida y su labor, hablamos con María Matos González de Careaga, presidenta y cofundadora de la fundación que ha tomado los mandos desde que el Padre Garralda murió. “La figura del Padre Garralda es extraordinaria. Era un profeta de nuestro tiempo. Jaime nos decía hace 40 años las cosas que hoy dice el Papa Francisco. Le conocí por mi suegra. Me encantó su personalidad. Vi un jesuita alegre, positivo, hablaba siempre desde la ilusión, desde el compromiso con los que sufren. Me impresionó mucho la apertura y la comprensión que tenía de todas las sensibilidades. Él enseñaba que había que hacerlo todo desde la alegría. Hay que buscar la parte buena de la vida y trasmitirlo a los demás. ¿Y cómo? Pues ayudando y queriendo a la gente», nos explica.
Por su pertenencia a la Iglesia y a la orden de los jesuitas dirigió sus esfuerzos iniciales a trabajar con personas sin recursos, fue entonces cuando “descubrió el escalón por debajo de ellos, que son los marginados”, explica María. “El evangelio dice, estuve preso y me visitaste (…). Estuve enfermo y me atendiste (…). Fui peregrino y me acogiste (…). Estas realidades siguen siendo completamente actuales. Los presos… y los enfermos. Los enfermos ahora son los que tienen sida o han caído en la droga, enfermedades que provocan rechazo social, que te marginan. Y los peregrinos son nuestros inmigrantes de hoy”, puntualiza.
El origen de Horizontes Abiertos
En ese sentido, la Fundación Padre Garralda- Horizontes Abiertos desarrolla sus iniciativas en torno a cinco grupos de personas: proyectos que dan asistencia a los enfermos de VIH/SIDA, personas drogodependientes, inmigrantes sin papeles, personas sin techo y presos. Precisamente, el trabajo directo con este último colectivo ha logrado importantes avances sociales dentro de las cárceles y la presencia de niños en ellas. Niños que cuando el Padre Garralda acudía a las prisiones le llamaban Abuelo Jaime», dice María y continúa. “Fue precisamente un día volviendo de la prisión cuando al Padre Garralda se le ocurrió el nombre de la asociación. Había una puesta de sol y dijo: Ya está, nos llamaremos Horizontes Abiertos. Porque estamos abiertos a la vida, a la sociedad, al amor, a la responsabilidad, a la maternidad, a la paternidad, a los valores que tiene que tener una persona en la vida, y si quieren abrirse a la espiritualidad, pues también”, recuerda.
Ya está, nos llamaremos Horizontes Abiertos. Porque estamos abiertos a la vida, a la sociedad, al amor, a la responsabilidad, a la maternidad…
Al conocer la dificultad y la dureza de la situación de algunas de las personas a las que apoyan le preguntamos a María sobre la reinserción. “Cuando la gente dice que no se sale… yo me callo, pero siempre cuento mi experiencia. Tenemos muchos, muchos casos de gente que ha salido de la marginación. Gente que cumple su tiempo en prisión, después pasa un periodo con nosotros y después sale a trabajar. Hace poco andaba por la calle y me encontré a uno de los chicos que estuvo en su día con nosotros. Iba vestido de uniforme porque era guardia de seguridad y quería que nos tomásemos un refresco. Decía todo orgulloso, te voy a invitar yo. Te invito yo. YO… ¡Claro que salen adelante! Hay que apoyarles, hay que darles las medicinas, que reciban la atención sanitaria y psicológica necesaria. Y darles amor, y quererles, motivarles, recordarles todo lo que queda por vivir y todo lo que pueden hacer con sus seres queridos cuando salgan”.
Tenemos muchos, muchos casos de gente que ha salido de la marginación.
Para lograr este cambio, cuentan con 129 profesionales de diferentes especialidades y un montón de voluntarios perfectamente orquestados. “Las puertas de la fundación siempre están abiertas a todos los que quieran ayudar, solo les exigimos que tengan dentro ese motor que te mueve a ayudar a los demás”, explica María. “Los voluntarios ayudan, dependiendo del proyecto en el que están, acompañan a nuestros chicos, van a visitar los niños que están con sus madres en la prisión, pero también proponen iniciativas que intentamos llevar a cabo siempre que sea posible”.
Él siempre decía ¡palante, palante con alegría! Y nosotros le seguíamos. Ahora también.
Cuando falleció el Padre Garralda, María nos dice emocionada que “se quedaron tristes, desolados. Pero él siempre decía ¡palante, palante con alegría! Y nosotros le seguíamos. Ahora también. Jaime, va por ti, el legado que nos dejas lo vamos a cumplir, que se perpetúe para siempre. Patronos, voluntarios y trabajadores todos unidos para seguir trabajando contra la marginación de las personas”. Para cerrar la conversación, le pedimos a María que nos cuente una anécdota del Padre Garralda y ella recuerda que hubo un tiempo en el que les llamaban paternalistas. “Jaime decía que no, que no éramos paternalistas. Somos cariñosos, les queremos, les comprendemos y les apoyamos. Paternalista es cuando le das una palmada a alguien en el hombro, pero cuando son ellos los que te dan la palmada y te abrazan fuerte, eso, eso ya no es paternalista”, culmina.